Después de una laringectomía, la vida del paciente cambia considerablemente. Se entra al quirófano hablando normalmente y se sale sin voz. A pesar de todas las explicaciones del otorrinolaringólogo y de la preparación anterior a la cirugía, el cambio es tan brusco que más tarde, más temprano, hace mella en el paciente por muy fuerte que éste sea.

Todas las cirugías no son iguales, ni todos los pacientes tampoco, afortunadamente. Hay muchos pacientes que a la vez que le extirpan la laringe, le implantan en ese mismo acto una prótesis fonatoria, con la cual pueden recuperar el habla en poco más de dos semanas. Sin embargo en muchos casos, este implante no es posible, por lo que las alternativas posibles a la rehabilitación del habla son: el habla erigmofónica o, en último caso, el uso del laringófono.

Hay que acudir cuanto antes al profesional, foniatra o logopeda para que empiece a trabajar con la rehabilitación del paciente. También es aconsejable acudir al mismo tiempo a una asociación de laringectomizados, para que desde allí, refuercen la labor de rehabilitación del logopeda o foniatra.

En la asociación todos somos iguales y todos padecemos el mismo problema. La mayoría hemos conseguido el habla erigmofónica y lógicamente, si a diario se nos ve y se nos escucha hablar, la rehabilitación del paciente, va a ser mucho más fácil y mucho más rápida. Solo en el caso excepcional, que por alguna causa no fuera posible conseguir el habla erigmofónica, se debe plantear la posibilidad del uso del laringófono, que aunque no es lo ideal, si es una manera de comunicarse con el entorno.